TIEMPO GRIS
La noche anterior de mi llegada a este lugar tan tétrico, me asome a la ventana de mi casa tras escuchar el ruido de un sirena, no entendía por que tres patrulleros se estacionaron en el frontis.
Un policía acompañado de dos oficiales mas rompieron la tranquilidad de mi hogar tocando la puerta con gran insistencia, pasaron varios minutos y tuve miedo de acercarme a atenderlos, de pronto escuche que alguien abría la puerta, era mi esposa, nadie mas podía ser, estábamos solo los dos en casa. Yo seguía sin entender sentado en el sofá de la biblioteca, el por que de la visita de los policías, de pronto escuche que hablaban del señor Meneses, tal vez aquel señor del que hablaban era yo, escuche que se acercaban pasos y que mi esposa me llamaba, cogí fuerte el sofá y lo presione en mi desesperación de no poder entender que hacían aquellos oficiales en casa.
El miedo no me dejaba salir del ambiente, mi esposa seguía llamándome y los pasos seguían avanzando, y las ganas de querer saber y desaparecer este miedo eran cada mas grandes. Decidí salir e indagar que sucedía, al salir uno de los oficiales me intersecto preguntándome, "¿usted es el señor Meneses?", apenas y tuve tiempo de responder de forma breve con un "si", y sin darme mas tiempo para preguntar el por que de su visita, escuche la voz de uno ellos diciendo, "queda usted detenido, acompañenos por favor", me cogieron de los brazos, enmarrocaron mis manos, no puse resistencia, no hice preguntes, no atine a nada, Juana Rosa desde la sala solo miraba el suceso y entre lágrimas se acerco a la puerta solo para cerrarla, mientras me trasladaban al auto policial tras la mirada atenta de los vecinos.
Al llegar a la comisaria me trasladaron a un pequeño cuarto, donde me dejaron con un par de sillas y un foco a medio alumbrar.
Entro un hombre vestido de saco y corbata, se sentó en la silla del frente y me pregunto, "¿cual es tu nombre?, ¿ cual es tu edad?, rápidamente respondí, "Alberto Meneses, tengo sesenta y tres años", luego de esto solo lo observaba y me preguntaba que sucedía, mientras el revisaba unos papeles.
Pasaron unos minutos, levantó la mirada y me pregunto "¿porque tienes tantos restos óseos en tu casa?", me mantuve en silencio y solo atine a mirarlo fijamente, al no responder me dijo que habían encontrado siete cabezas humanas, veinte cajas con decenas de cráneos y varios huesos mas de diferentes cuerpos, y nuevamente volvió a preguntarme, "¿porque tienes tantos restos óseos en tu casa?", lo mire fijamente y con un poco mas de confianza en mi mismo, le conté que eran donaciones de mi alumnos, ya que yo era profesor en la facultad de odontología en un universidad privada.
El solo me miraba, pero pude notar la duda que tenia de mis palabras, se mantuvo en silencio por unos segundo con la cabeza gacha y las manos sobre ella, levanto la cabeza y pregunto mirándome fijamente por que utilizaba los huesos como marcos, relojes, floreros, adornos del hogar y los exhibía por Internet. le explique que era una mezcla de arte y ciencia - suponía que no entendería, pero igual trate de explicárselo -, que el ser humano aun como cadáver podía ser útil, él solo me miro son desprecio, era de esperarse, pocos entienden la esencia del verdadero arte.
Entro un hombre vestido de saco y corbata, se sentó en la silla del frente y me pregunto, "¿cual es tu nombre?, ¿ cual es tu edad?, rápidamente respondí, "Alberto Meneses, tengo sesenta y tres años", luego de esto solo lo observaba y me preguntaba que sucedía, mientras el revisaba unos papeles.
Pasaron unos minutos, levantó la mirada y me pregunto "¿porque tienes tantos restos óseos en tu casa?", me mantuve en silencio y solo atine a mirarlo fijamente, al no responder me dijo que habían encontrado siete cabezas humanas, veinte cajas con decenas de cráneos y varios huesos mas de diferentes cuerpos, y nuevamente volvió a preguntarme, "¿porque tienes tantos restos óseos en tu casa?", lo mire fijamente y con un poco mas de confianza en mi mismo, le conté que eran donaciones de mi alumnos, ya que yo era profesor en la facultad de odontología en un universidad privada.
El solo me miraba, pero pude notar la duda que tenia de mis palabras, se mantuvo en silencio por unos segundo con la cabeza gacha y las manos sobre ella, levanto la cabeza y pregunto mirándome fijamente por que utilizaba los huesos como marcos, relojes, floreros, adornos del hogar y los exhibía por Internet. le explique que era una mezcla de arte y ciencia - suponía que no entendería, pero igual trate de explicárselo -, que el ser humano aun como cadáver podía ser útil, él solo me miro son desprecio, era de esperarse, pocos entienden la esencia del verdadero arte.
Sacó un celular de su bolsillo, movió algunas teclas y lo guardo. reviso nuevamente algunos papeles, hizo algunos escritos, mientras yo observaba lo que hacia, me si realmente sabia que hacia en ese cuarto, le respondí que no sabia, que no entienda nada, él me dijo que había llegado hasta ahí por denuncia, pregunte quien la había hecho, me respondió que mi esposa, Juana Rosa, mi propia esposa me habia denunciado, no solo lo hizo por la tenencia ilegal de los restos humanos, también lo hizo por secuestro, le contó a la policía que durante diez año la mantuve cautiva y con drogas que habían hecho perder la memoria por una temporada, además me acuso de haberla internado en un centro psiquiatrico por sufrir esquizofrenia.
Aquí estoy en una celda, y aquí tal vez me quede por algunos años, por la incomprensión del mundo, por no entender este arte, esta pasión que comenzo en las aulas de la universidad mientras estudiaba, por ser un artista y por Juana Rosa, quien jamas entendió, ni entenderá que todo lo que hice por ella, fue por su bien y por que la amo.
Ávila Rodríguez, Roberto.
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