viernes, 17 de febrero de 2012

TODO QUEDÓ EN SILENCIO

Me llamo Mariana y les contaré como el amor hizo que deje de ser homosexual, para volver a ser mujer.

Era de noche y tenía mi primera clase de literatura en la universidad, la clase empezaba a las 8 y no podía llegar tarde. Subí las escaleras en busca del aula 104 y al llegar me senté en la primera carpeta del lado izquierdo del salón, esperando la llegada del profesor.

Pienso en ti mujer,  en tu sonrisa, en tu mirada fija y esa forma peculiar de demostrarme amor. Qué estarás haciendo, extraño tus besos, tus caricias, extraño tu cuerpo.

Buenas noches, entró el profesor, mi pensamiento se desvaneció y lo vi fijamente, una corriente suave caminó por mi cuerpo, esos ojos, esa voz, es extraño no sé que me sucede, Francisco, era su nombre.

Empezó la clase y cada uno de nosotros se presentaba, cuando llegó mi turno dije mis datos y que me encantaba la poesía, él me hizo una broma y prometió ayudarme si lo iba a necesitar, yo con la voz entrecortada por los nervios, acepté.

Al terminar la clase, el profesor Francisco se acercó a mí y prometió quedarse conmigo después de acabar las clases para ayudarme con mis  poemas, gracias le dije y con un beso se despidió. Llegué a casa, tenía sueño, pero no podía dejar de pensar en él.

Hola, me saludó Verónica con un beso, bebé, le dije, hoy estoy muy cansada y dormiré temprano, mañana tengo que ir a trabajar, no, quiero hacerte el amor, hoy te estuve esperando toda la noche y no llegaste a la misma hora como de costumbre. Por mi mente sólo pensaba en Francisco, algo en él había tocado mi corazón. Ok, le dije, vamos a la cama.

Mientras nuestros cuerpos se rosaban y ella me acariciaba, me besaba y me tocaba, en mi mente se reflejaba el rostro de Francisco, qué me está sucediendo, porque él, pensé.

No se puede! Qué? no puedo contigo, estás seca, qué tienes, preguntó Verónica. No tengo nada, le dije, sólo tengo sueño, dejemos esto para mañana, le di un beso y me eche a dormir.

Los días pasaban, yo, iba clase en el aula 104 y me sentaba en la misma carpeta del lado izquierdo esperando la llegada de Francisco, su voz me estremecía, sus ojos, su mirada, me fascinaba la forma en que me hablaba. Un día se quedó después de clases conmigo y cuando estábamos escribiendo lo miré a los ojos fijamente, él volteo y me acaricio el rostro, sus manos eran suaves, bajó sus manos hacía mi cintura y lentamente se acercó a mis labios y me besó.

Lo siento, me dijo, tengo que confesarte algo, desde hace mucho pienso en ti, tus poemas me enardecen y ahora tus labios, perdóname, en verdad no quiero hacer nada que tú no quieras, esto lo dejamos ahí. No, le dije, yo siento lo mismo que tú, desde que te vi no puedo sacarte de mi mente. Me besó, me acaricio, nos amamos intensamente, no había nadie ese día, sólo él y yo en el aula 104, dejando fluir nuestro amor, yo tenía 20 años.

 Ese día Francisco me dijo que tenía 40 años y era  soltero desde hace 5, por una razón que no mencionó, yo le dije que tenía una pareja, le conté que era gay y que hace un año estoy con Verónica. Se sorprendió, no puedo creerlo, cómo una mujer tan, no sé, lo siento, pero cómo es que te gusto, no entiendo… Yo tampoco lo sé, siento muchas cosas por ti, no he podido dejar de pensar en ti, las cosas con Verónica no son las mismas, hace varios meses que ya no siento algo por ella y la última vez sólo fue por pasión…

 Él me comprendió, me dijo que de alguna manera sentía que había hecho algo bueno, por decirlo así, tenía el pensamiento religioso de siempre y prometió que me ayudaría alejarme de ella.

Me llevó a casa y en el auto nos dimos un dulce beso, me acaricio el rostro y quedamos en encontrarnos en un café, nos vemos mañana, se despidió.

Qué te sucede! Gritó Verónica, por qué llegas a esta hora, con quién has venido, estás loca, qué tienes, empezó a jalarme el cabello, me defendí dándole un golpe en el rostro y me dio otro, qué tienes le dije. Eres una estúpida, me insultó, hace tiempo andas en otro mundo, ya nada es lo mismo, acaso no te gusto, ya no me deseas como antes… No, le dije ya no puedo estar contigo, estoy enamorada de otra persona, alguien que ha despertado algo muy fuerte dentro de mí, desde la primera vez que lo vi y no voy a dejarlo, no pienso dejarlo, veté y por favor ya no me busques, no me llames, no quiero saber anda de ti. Ok, me voy, pero te arrepentirás de lo que me haz hecho.

Pasaron dos meses y ya no sabía nada de Verónica, estaba tranquila, mi relación con Francisco era hermosa, los días en que caminábamos por la calle, los versos que me recitaba, los poemas de amor que escribía eran más intensos, cada mañana, cada tarde de invierno, cada noche, era especial junto a él.

Una tarde recibí una llamada, era Julio el hermano de Verónica, me dijo que la encontraron muerta en su recamará con una foto mía entre sus manos, yo no supe que decirle, sólo me disculpe y le dije que mi relación con ella ya había terminado hace tiempo, lo siento, colgué el teléfono. La muerte de Verónica me dio mucha pena, pero yo tenía la culpa de estar enamorada, yo no era culpable de su muerte.

Le conté a  Francisco y por alguna razón  que le hable de muerte, le incomodaba, tomamos un café, escribimos un poema y nos fuimos a dormir a su casa.

Llegó el invierno y cumplíamos  6 meses de estar juntos, yo le tenía una gran sorpresa, todo estaba preparado, entonces lo llamé, pero no contestaba el teléfono, fui a casa y no lo encontré, qué, me dije, de pronto sonó el teléfono era de la clínica, me  dijeron que Francisco había fallecido.

Mi corazón se partió en dos, corrí al hospital y lo encontré postrado en la camilla, tapado con una sábana, lo destapé y entre lágrimas le di un beso.

La enfermera me contó que Francisco tenía cáncer y le habían dado meses de vida, por alguna razón, el tiempo se alargó, yo no podía creerlo, por qué nunca me dijo nada, pensé, por qué.

 Ella me entregó un papel que habían encontrado en las manos de Francisco, con el corazón acelerado lo abrí muy despacio y decía:

“Mi Mariana, desde el cielo cuidaré tus sueños, recuerda que siempre te estaré amándote, lo siento”… Y todo quedó en silencio.




 PAREDEA LOZANO, NATHALÍ

1 comentario:

  1. Wow nathi, no había terminado de leer todo :'( qué final, que historia.. hay que saber apreciar lo mucho que tenemos en nuestras vidas, sobretodo a las personas que nos rodean y siempre abastecerlas de amor y cariños :)

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