viernes, 10 de febrero de 2012

Un día que terminó…

Era un día gris, había pasado tiempo desde la muerte de mi madre, yo, aún con el corazón destrozado, decidí ir a celebrar el año de su fallecimiento.

Mi pueblo, Santiago de Chuca, un lugar de pocas personas, por eso la mayoría se conocía, las casas lejanas y humildes y el clima algo variado. Aquí nací y enterré  a mi madre.

Nos reunimos en la casa de mi padre, donde se invitó a la población, entre familiares y conocidos, éramos un promedio de 100 personas, recuerdo como todos conversaban y recordaban a mi viejita querida.

Promediando la media noche, ya había terminado el primer rosario, me sentía triste y subí a mi dormitorio a descansar, cuando  estaba por quedarme dormido escucho pasos, alguien me pasa la voz, era una persona armada, llevaba puesto un gorro, lentes y ojotas con medias tipo militar, pregunta mi nombre y quién estaba en la otra cama, le dije que era mi hermana que había viajado para la misa de mi madre, me empujo y me ordenó que bajé.

Cuando llego al primer piso veo a toda la población formada en filas de 10 y una persona delante ellos que hablaba de la lucha social contra los malos manejos económicos y la policía a los que llamaban PERROS, decían que había volado un carro de los perros y que estaban luchando contra la clase social…

Estuvieron hablándonos por cuatro horas, uno de ellos se acercó a mí y me preguntó donde trabajaba y que grupo social conocía o pertenecía, porque ellos luchaban contra los grandes monopolios, yo era un simple carpintero que no dejaba de pensar en que mi madre ya no estaba conmigo.

Detuvieron a doce personas, que estaban acusadas por contrabando de drogas, otros acusados por malversación de fondos de la municipalidad y por actuar en contra de sus compañeros y apoyar a los perros…

Nos llevaron a la plaza central, atados con sogas en maderas, empezaron a entrevistarlos uno por uno con una persona llamada Gonzalo, que por sus facciones era mayor, pelo largo con barba, él hizo su descargo, pero ninguno salió culpable.

Quemaron la posta, los documentos de la municipalidad, puertas, enceres y  los coches de la policía con ellos dentro.

Sacaron a una persona de la casa, que acusaban de haber maltratado a su esposa cuando tomaba, hicieron que se arrodille delante de Gonzalo y los castigaron cortándole el cabello de raíz, el polo y dejándolo desnudo.

Luego preguntaron por unas personas que robaban ganado, que eran tres hermanos y decían que habían matado dos y uno se escapó y lo andaban buscando. La lucha armada era la arenga.

Después de tres horas de tenernos congelados por el frío de la calle, nos dejaron y se fueron, nos prohibieron movernos de ahí porque si lo hacíamos nos mataban. Estaba asustado, me habían entrevistado tres veces, sólo  tenía 20 años y  quería ver una vez más a mi madre…

Al día siguiente en el carro encontramos personas conocidas que saludamos, pero nos dijeron que no nos había visto en ningún lado y si hablábamos con ellos íbamos a tener problemas, tenían miedo y se fueron. Ya nadie nos conocía, el pueblo en el que todos se conocían se convirtió en un pueblo desolado y de pocas amistades.

Ese día era la misa de mi madre y sólo pensaba en ella, pero todo se volvió oscuro y terminó por destruir mi alrededor, mi casa, mi vida.

PAREDES LOZANO, NATHALÍ.




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