miércoles, 28 de marzo de 2012

Decisión

Y evoco aquella noche en la que tú y yo nos dejamos llevar por el brillo tenue de las estrellas y decidimos ser uno.

Miro como todo pasa, como las hojas se derrumban por el otoño próximo, como tu voz cambia, como los latidos de tu corazón disminuyen su velocidad, al parecer, los sentimientos se hacen cortos.

Tengo un sueño muy constante y es que tú y yo seamos los de antes, parece que  es fácil, me digo la verdad no lo es. Tengo miedo de equivocarme.

Mis días me atormentan, tus ojos me delatan y la intensidad de tus besos reflejan el suspiro de una flor que quiere nacer, tan tibios, tan cortos, tan duros.

Las noches son largas y cada vez que pienso en ti, me vuelve el deseo de querer hacerte feliz, pero qué hago. No puedo.

Los caminos son inciertos para mí, por qué, mi mente lo sabe, mi sombra lo sabe, pero mi corazón se niega a entenderlo.

Cada vez que tropiezo, no me dejo caer, porque no importa cuantas veces lo haga sé que alguien estará ahí observando mis pasos, mis ojos, mi vida.

Ya basta con mis pensamientos, ya no puedo seguir creyendo, porque el fuego me está consumiendo.

Dejo de lado todo, se queda él y estás tú, que el brillo se mantenga, porque es una decisión tomada y reflejada en lo que pudo, pero no quizo ser.

Aunque las tardes se hayan llevado su reflejo, las noches me han traido el tuyo y mientras más cerca estés de mi vida, correré siempre a la tuya, buscando la entrada a tu fantasía y logrando la salida de su fantasía, porque es lo mejor. Duele.

Ya no queda nada, ese corto terminó. Esta vida continua y sea cual sea el agregado de la historia, nosotros le pondremos la chispa para que vuelva esa noche de cielo estrellado.

Ahora sólo estamos tú y yo tratando de volver a unir el brillo de las estrellas en una sola sombra, la nuestra.

NATHALÍ PAREDES LOZANO.

domingo, 26 de febrero de 2012

REALIDAD EN SOMBRAS

Amaneció y sentí tus manos tocando mi cintura, ahora puedo sentir el susurro de tu voz en mi oído, volteo y miro tus ojos, tienes bellos ojos, me das un beso y lentamente acaricias mi rostro, es grandioso el amor que me entregas, puedo sentirlo, puedo pensarlo, puedo amarlo…

Soy una mujer que te ama, que te desea tanto y quiere estar contigo para toda la vida, déjame entregarte todo lo que tengo, apodérate de todo mi ser, porque quiero que sea así, porque necesito de ti, dame todo lo que tienes, eres mi hombre, el que necesito para vivir, pero…

Me Despierto  y veo personas, hola, les digo, pero porque me rodean, espera, debe ser una sorpresa, seguro es mi cumpleaños y no me he dado cuenta, tan rápido pasa el tiempo, pero, por qué no recuerdo, tengo frío, deben ser los nervios, estoy emocionado, nervioso, me siento raro.

Tengo los brazos debajo de una almohada sin carga, pero siento como el sudor corre por mi cuerpo, como todos quieren hablar conmigo y me cogen los brazos, las piernas, como entre todos quieren abrazarme, eso me gusta, pero a la vez me parece extraño. Llega la noche y caigo en un sueño profundo…

Ya no sé qué hacer, tengo tantos hombres en mi vida y creo que nunca encontraré el verdadero amor, nunca pensé combinar el trabajo con mi vida amorosa, pero así fue y ahora estoy aquí, entregando mi cuerpo por unas cuantas monedas.

Me siento tan solo, por qué no hay nadie a mi lado, donde están todos, necesito sentirme amado, quiero ver a mis amigos, acaso hice algo malo, todo lo hice bien, dejé que me saludaran, que me abrazaran, porque lo necesito, porque para mí es especial.

Mi vida no tiene sentido, a pesar de que siga contando las monedas, me siento vacía, nunca imaginé que sintiera amor por alguien, que después tantos hombres que cumplieron sus deseos más lujuriosos conmigo, no existe uno que en realidad me ame.

Pasan las horas y nadie viene a verme, estoy solo entre cuatro paredes, qué me pasa, maldición, qué tengo puesto, ábranme, quiero salir, déjenme salir!

Ya nada existe para mí, él no me quiere, nadie me quiere, qué sucede conmigo, siento que mi cuerpo se desvanece, ayúdame!

Abro mis ojos, miro mis brazos, qué está pasando, mi cuerpo no parece el mismo, siento que mi amor verdadero no es correspondido, siento como si viviera en un mundo extraño, me levanto y muy despacio camino hacia el espejo, me miro y… Veo una mujer, de nuevo miro mi cuerpo y sigo siendo yo, solo y sin nadie a mí alrededor.

Camino a mi cama y otra vez entran mis amigos, quieren darme un abrazo y ella aparece de nuevo…

PAREDES LOZANO, NATHALÍ

sábado, 25 de febrero de 2012

VOLVER A RESPIRAR

Soy Juan, estoy encarcelado hace dos años. Mi vida fue horrible, perdí todo y ahora estoy solo sin ayuda de nadie. Cada día despierto pero no puedo ver la luz del sol, todo es oscuridad y no sé como escapar, mis miedos me atacan, mis nervios algunas veces me vencen y no cómo puedo controlarme?, estoy en un cuarto sin salida, el ambiente es frío y me deprime, cada noche pensaba en ella.
Era una tarde hermosa, la conocí en una discoteca, la vi y me cautivo con su mirada, ella era muy atractiva y en ese momento solo pensaba en conquistarla.
Me llamo Juan, le dije. Ella me miró y sonrió, Soy Sabrina, me contestó, en ese instante conversamos y conversamos, después decidimos bailar.
Luego, salimos y nos fuimos a un hotel, nos dejamos llevar por la pasión, me volví loco al estar entre sus brazos, ella fue muy cariñosa conmigo y no pude resistir. Mi corazón latía rápido, nuestros besos eran profundos, piel con piel, un amor salvaje.
Estoy sentado en una banca y los recuerdos llegan a mi mente, esos recuerdos de amor y dolor, me enamoré, solo vivía para ella.
Después de unos meses, yo descubrí que ella era de doble filo, me enteré que llevaba una doble vida. Yo tenía una relación con ella pero descubrí que todo era mentira, ella me engañaba con una mujer.
Quedé  decepcionado y no quería seguir con la relación y decidí terminar con ella,  “No quiero seguir contigo, no quiero que me engañes más, es mejor terminar”, le dije. Ella me miró, me besó y me respondió,”No quiero dejarte, terminaré con ella”, yo dudé de su respuesta, me llevo a la cama y otra vez caí en la tentación, yo la amaba pero a la vez sentía confusión, no sabía si continuar con ella o terminarla, pero cada vez que ella me decía algo, yo le creía y me convencía.
Ahora, estoy entre las rejas, cada vez que la recuerdo, lloró con cólera, con rabia, me siento fustrado, algunas veces quería morir, cómo pude caer en sus redes, cómo pude joderme la vida con ella, estaba loco de remate y no medí mis actos, me dejé llevar por mis instintos, no encontraba salida ante esta enfermedad, recuerdo ese día trágico:
Nos peleábamos seguido, yo, no creía en ella, pero sus palabras querían convencerme una vez más, era una puta, eso era lo que yo pensaba.
Un día estábamos en el cuarto de un hotel, después de hacer el amor, yo le pregunté si ella me amaba de verdad y no respondió. Eso me enfureció y empezamos a pelear de nuevo, esa vez nos exaltamos mucho, me enfurecía cuando ella me decía que tuviera paciencia, pero yo ya no soportaba más otra mentira. Le dije para terminar, pero ella con cólera me tiró una cachetada y yo le respondí.
Cuando recuerdo este hecho, me deprime. Me pongo a pensar en mi, en ella, en las cosas que vivimos, pero a la vez me arrepiento de lo que hice. Juro que no era mi intención,  no quería matarla.

Ese día que estábamos en el cuarto, cada segundo que pasaba nos hacíamos daño, ella y yo discutíamos son parar hasta que mi musa adorada quiso golpearme con un florero, yo me defendí, no la dejé. La tire a la cama y agarré una almohada, se lo puse en su cara, quería matarla. Me sentí engañado por ella, como me podía dejar por una mujer, a la vez me decía que me amaba, qué clase de mujer era, un puta más, una mujer sin vida.
Ella se defendió, agarró el florero y me golpeó. Salí del cuarto, la deje, me fui a un bar cerca del hotel y empecé a beber sin parar. Minutos después, ella me buscó y quiso sacarme del bar, yo no quise y la empecé a golpear en público. Dos hombres, me detuvieron pero yo los golpeé  y me escapé del lugar.
Al día siguiente, yo la encuentro en la calle, estaba comprando, pare y salí del carro. Le pedí perdón, ella sonrió y me beso, fuimos al hotel de siempre. Ese día, yo sentía mucho rencor por todas las cosas que me hizo y decidí matarla de una vez por todas.
Ella me abrazó, no sabía mi plan, la empecé a besar y en un segundo, saqué mi navaja y la acuchillé, le di 20 puñaladas, ella me miraba con una cara pálida y yo veía su sangre correr, estaba lunático.
Minutos después, llegó la policía, las personas que estaban en el hotel habían escuchado los gritos, no tenía escapatoria.
Me arrepiento de lo que hice, me siento fatal, ahora tengo que quedarme 30 años en la cárcel, me jodí la vida, todo por una mujer, pero era una persona que amaba con el alma, ella no me correspondía pero igual la amaba, lo que sentía por ella era intenso, no sé si era obsesión pero me dejé llevar por mis instintos pero esta relación tuvo un final trágico. Ahora tengo que vivir solo entre la oscuridad, la gente me mira con desprecio, nadie me quiere ayudar, soy un asesino, soy un criminal. Me siento pequeño en este mundo, la vida me jugó una mala pasada, solo queda resignarme que seguir con esta condena. Ella está lejos de mí, está muerta, me arrepiento de todo, este vació que tengo no tiene fin, me quedé sin respiración, mi mundo se desplomó.
Soñar despierto, romper un sueño volver a respirar, es lo que quiero.

                                          FARFÁN ESPILCO, ANGELA EL ROSARIO





viernes, 17 de febrero de 2012

TODO QUEDÓ EN SILENCIO

Me llamo Mariana y les contaré como el amor hizo que deje de ser homosexual, para volver a ser mujer.

Era de noche y tenía mi primera clase de literatura en la universidad, la clase empezaba a las 8 y no podía llegar tarde. Subí las escaleras en busca del aula 104 y al llegar me senté en la primera carpeta del lado izquierdo del salón, esperando la llegada del profesor.

Pienso en ti mujer,  en tu sonrisa, en tu mirada fija y esa forma peculiar de demostrarme amor. Qué estarás haciendo, extraño tus besos, tus caricias, extraño tu cuerpo.

Buenas noches, entró el profesor, mi pensamiento se desvaneció y lo vi fijamente, una corriente suave caminó por mi cuerpo, esos ojos, esa voz, es extraño no sé que me sucede, Francisco, era su nombre.

Empezó la clase y cada uno de nosotros se presentaba, cuando llegó mi turno dije mis datos y que me encantaba la poesía, él me hizo una broma y prometió ayudarme si lo iba a necesitar, yo con la voz entrecortada por los nervios, acepté.

Al terminar la clase, el profesor Francisco se acercó a mí y prometió quedarse conmigo después de acabar las clases para ayudarme con mis  poemas, gracias le dije y con un beso se despidió. Llegué a casa, tenía sueño, pero no podía dejar de pensar en él.

Hola, me saludó Verónica con un beso, bebé, le dije, hoy estoy muy cansada y dormiré temprano, mañana tengo que ir a trabajar, no, quiero hacerte el amor, hoy te estuve esperando toda la noche y no llegaste a la misma hora como de costumbre. Por mi mente sólo pensaba en Francisco, algo en él había tocado mi corazón. Ok, le dije, vamos a la cama.

Mientras nuestros cuerpos se rosaban y ella me acariciaba, me besaba y me tocaba, en mi mente se reflejaba el rostro de Francisco, qué me está sucediendo, porque él, pensé.

No se puede! Qué? no puedo contigo, estás seca, qué tienes, preguntó Verónica. No tengo nada, le dije, sólo tengo sueño, dejemos esto para mañana, le di un beso y me eche a dormir.

Los días pasaban, yo, iba clase en el aula 104 y me sentaba en la misma carpeta del lado izquierdo esperando la llegada de Francisco, su voz me estremecía, sus ojos, su mirada, me fascinaba la forma en que me hablaba. Un día se quedó después de clases conmigo y cuando estábamos escribiendo lo miré a los ojos fijamente, él volteo y me acaricio el rostro, sus manos eran suaves, bajó sus manos hacía mi cintura y lentamente se acercó a mis labios y me besó.

Lo siento, me dijo, tengo que confesarte algo, desde hace mucho pienso en ti, tus poemas me enardecen y ahora tus labios, perdóname, en verdad no quiero hacer nada que tú no quieras, esto lo dejamos ahí. No, le dije, yo siento lo mismo que tú, desde que te vi no puedo sacarte de mi mente. Me besó, me acaricio, nos amamos intensamente, no había nadie ese día, sólo él y yo en el aula 104, dejando fluir nuestro amor, yo tenía 20 años.

 Ese día Francisco me dijo que tenía 40 años y era  soltero desde hace 5, por una razón que no mencionó, yo le dije que tenía una pareja, le conté que era gay y que hace un año estoy con Verónica. Se sorprendió, no puedo creerlo, cómo una mujer tan, no sé, lo siento, pero cómo es que te gusto, no entiendo… Yo tampoco lo sé, siento muchas cosas por ti, no he podido dejar de pensar en ti, las cosas con Verónica no son las mismas, hace varios meses que ya no siento algo por ella y la última vez sólo fue por pasión…

 Él me comprendió, me dijo que de alguna manera sentía que había hecho algo bueno, por decirlo así, tenía el pensamiento religioso de siempre y prometió que me ayudaría alejarme de ella.

Me llevó a casa y en el auto nos dimos un dulce beso, me acaricio el rostro y quedamos en encontrarnos en un café, nos vemos mañana, se despidió.

Qué te sucede! Gritó Verónica, por qué llegas a esta hora, con quién has venido, estás loca, qué tienes, empezó a jalarme el cabello, me defendí dándole un golpe en el rostro y me dio otro, qué tienes le dije. Eres una estúpida, me insultó, hace tiempo andas en otro mundo, ya nada es lo mismo, acaso no te gusto, ya no me deseas como antes… No, le dije ya no puedo estar contigo, estoy enamorada de otra persona, alguien que ha despertado algo muy fuerte dentro de mí, desde la primera vez que lo vi y no voy a dejarlo, no pienso dejarlo, veté y por favor ya no me busques, no me llames, no quiero saber anda de ti. Ok, me voy, pero te arrepentirás de lo que me haz hecho.

Pasaron dos meses y ya no sabía nada de Verónica, estaba tranquila, mi relación con Francisco era hermosa, los días en que caminábamos por la calle, los versos que me recitaba, los poemas de amor que escribía eran más intensos, cada mañana, cada tarde de invierno, cada noche, era especial junto a él.

Una tarde recibí una llamada, era Julio el hermano de Verónica, me dijo que la encontraron muerta en su recamará con una foto mía entre sus manos, yo no supe que decirle, sólo me disculpe y le dije que mi relación con ella ya había terminado hace tiempo, lo siento, colgué el teléfono. La muerte de Verónica me dio mucha pena, pero yo tenía la culpa de estar enamorada, yo no era culpable de su muerte.

Le conté a  Francisco y por alguna razón  que le hable de muerte, le incomodaba, tomamos un café, escribimos un poema y nos fuimos a dormir a su casa.

Llegó el invierno y cumplíamos  6 meses de estar juntos, yo le tenía una gran sorpresa, todo estaba preparado, entonces lo llamé, pero no contestaba el teléfono, fui a casa y no lo encontré, qué, me dije, de pronto sonó el teléfono era de la clínica, me  dijeron que Francisco había fallecido.

Mi corazón se partió en dos, corrí al hospital y lo encontré postrado en la camilla, tapado con una sábana, lo destapé y entre lágrimas le di un beso.

La enfermera me contó que Francisco tenía cáncer y le habían dado meses de vida, por alguna razón, el tiempo se alargó, yo no podía creerlo, por qué nunca me dijo nada, pensé, por qué.

 Ella me entregó un papel que habían encontrado en las manos de Francisco, con el corazón acelerado lo abrí muy despacio y decía:

“Mi Mariana, desde el cielo cuidaré tus sueños, recuerda que siempre te estaré amándote, lo siento”… Y todo quedó en silencio.




 PAREDEA LOZANO, NATHALÍ

miércoles, 15 de febrero de 2012

Osudo frenesí



Penumbra memorable


He despertado sin saber una vez mas que encontrare en la calle, aun tengo en la mente la imagen de aquel viernes pasado, donde esos hombres encapuchados me apuntaban con sus armas y una pequeña niña solloza le pide a su padre que despierte.

Hoy no deseo salir, no deseo arreglarme,el pueblo a perdido su color,  la selva ha perdido su encanto, solo quiero quedarme aquí, en mi cuarto, contemplando las fotos de mi niñez y de los bueno tiempos vividos con la familia en pucallpa.

Mañana tengo que viajar a Huanuco, debo ir por el cadáver de mi tío Enrique, un buen hombre, que fue asesinado hace dos días por la milicia, acusado de activista.

Las horas han pasado rápido. cojo una pequeña mochila con lo básico para el viaje, la situación no me permite llevar mucho equipaje conmigo.

Salgo de la casa con cautela, debo andar con cuidado, esquivando los objetos en la calle, ya que ni un papel en el suelo de esta ciudad es seguro.

Llego a la estación sin apuro alguno, toda esta situación es deprimente, solo espero al igual que muchos en este país que esto acabe pronto. en el camino mientras cruzaba cada calle y doblaba cada esquina, vi muchos cadáveres de perros colgados en postes de luz, cuerpos de personas extranjeras y pobladores, en las puertas de algunas casas.

Estamos en camino a Huanuco, con la esperanza de la situación sea mejor que en Pucallpa.

En el kilómetro 21 de la carretera hemos parado, un grupo de encapuchados han parado el bus colocándose en la mitad de la pista, al vernos ha vuelto a mi aquel recuerdo de sus armas y la pequeña niña llorando por su padre. al bajar me paro junto al chofer, viendo con temor como uno de ellos se nos acerca, el chofer me ha advertido de no decir nada, solo se ha acercado para pedir cupo, una especie de cuota para poder pasar.

Aquel hombre nos bombardea de preguntas, ¿A donde van?, ¿Para que van?, ¿A que se dedican?. no puedo decirle que voy por el cuerpo de mi tío, podría asesinarme. El chofer ha respondido que estamos yendo a trabajar en las chacras de azúcar, debido a la situación en Pucallpa.

Al hombre no le importa mucho las explicaciones, nos exige dinero mientras sus colaboradores nos tienen rodeados y nos apuntan con sus armas.

Siguiendo el camino, la estación esta a dos cuadras, ya estamos en Huanuco. el panorama esta despejado, hay poca gente en las calles y poca actividad comercial, pero todo se ve calmado.

Camino hasta la morgue de la ciudad, ahí me espera el cuerpo de mi tío. Llego y veo muchos militares, cuerpos formados en filas en el suelo y mucha gente llorando a gritos la perdida de algún ser querido.

Luego del entierro tuve que huir de Huanuco, la ciudad había sido tomada por los encapuchados, los terroristas habían iniciado una guerra interna contra el gobierno. Cientos murieron, decenas de atentados ocurrieron, y hoy me encuentro aquí, en una Lima que temerosa ha ido de a pocos recuperandose de una etapa dura, una etapa que aun no ha terminado.
Ávila Rodríguez, Roberto 

martes, 14 de febrero de 2012

UNA CONFUSIÓN DE AMOR

Era una noche maravillosa, Rodrigo, mi enamorado y yo estábamos en la fiesta de mi hermano, estuvimos toda la noche bailando, después decidimos salir de la discoteca.
Vamos a descansar – él me dijo.
Tengo que regresar a mi casa – Yo le contesté.
No te preocupes, además es tarde – Rodrigo.
Okey, pero regresamos temprano, no quiero tener problemas con mis padres – Yo le contesté.
Llegamos a un hotel, yo estaba nerviosa, no sabía si era correcto dormir con mi enamorado, esa noche fue mi primera vez, sentí que él era mi único amor, de niña pase a ser mujer.
Dos días después, me enteré que Rodrigo me engañaba, quedé decepcionada, sentía que mi vida ya no era la misma. Yo le entregué todo pero él se burló de mi, llamé a su celular y quedamos para encontrarnos.
Eran las 4 de la tarde, y los dos nos encontramos en la en la Plaza de Armas, no había mucha gente, todo estaba tranquilo y hacía frío. Llegué y él estaba sentado en una de las bancas.
Qué pasa amor? – Rodrigo
Porque no me dices la verdad, sé que me engañas – Le contesté
Okey te diré la verdad, no estoy enamorado de ti – Rodrigo
Porque no fuiste sincero conmigo, yo te entregue todo y así me pagas? – Le contesté llorando
Discúlpame, tu solo fuiste una apuesta, yo estoy enamorado de otra chica – Rodrigo
No lo puedo creer, solo fui un juego para ti – Le contesté
Lo mejor es terminar, lo siento – Rodrigo.
Al escuchar esas palabras, salí corriendo y llegue hasta la av. Tacna, no sabía a dónde ir, estaba deprimida, lloré y lloré, logré calmarme por un momento y tomé un carro rumbo a mi casa.
Era de noche, no quería regresar a mi casa, estaba pésima y caminé y caminé hasta llegar a un parque cerca a mi casa. Me senté en una banca y dije: “Las mujeres somos objetos sexuales para los hombres”.
Lloraba de cólera, cada vez que recordaba las palabras de Rodrigo, me sentía fatal, yo era un mar de lágrimas. De pronto, una chica se acerca a mi banca.
Hola, te encuentras bien? – Ella me dijo.
Disculpame, no quiero hablar con nadie – Le contesté.
Sé que no te encuentras bien, no trates de ocultarlo, si quieres me puedo quedar contigo, si necesitas algo, yo te puedo ayudar, me llamo Gabriela – Me contestó y se sentó a mi costado.
Esa noche, Gabriela se quedó conmigo, le conté mi problema, ella me aconsejó y yo me quedé tranquila, desde ese día, quise ser su amiga.
Todos los días, nos encontrábamos, porque ella vivía a dos cuadras de mi casa, era nueva en el barrio y yo la invitaba a varias reuniones, también salíamos de compras, a comer etcétera. Las dos llegamos a tener una linda amistad, todo era perfecto, ella era muy atenta conmigo, se preocupaba mucho por mí y yo también hacía lo mismo ya que los amigos están siempre en las buenas y en las malas.
Dos años después, esta amistad empezó a cambiar, yo dudaba de Gabriela porque tenía una personalidad diferente, no quise decirle nada pero me preocupaba.
Una tarde, las dos estábamos en Surco, caminábamos y caminábamos y llegamos al parque de la amistad, decidimos ingresar para pasear por ese lugar. Después nos sentamos en una banca cerca a la pileta de agua. Ese día, Gabriela quería decirme algo importante y yo quise escucharla.
Tú eres importante para mí, Lucía – Ella me comentó
Gracias, tú también eres importante para mí, eres una amiga muy especial – Le contesté
Lucía, yo no te veo como una amiga – Me contestó
No te entiendo – Le contesté, nerviosa.
Estoy enamorada de ti, quería que lo sepas, me gustaría estar contigo – Me contestó.
Cuando me dijo esa verdad, yo le contesté que no tenía esa opción sexual, y que solo podía ser su amiga y nada más. En ese momento no sabía que más responderle, me sentía extraña y no me agradó su confesión. Era mi amiga pero no podía corresponder ese cariño que ella sentía por mí y tuve que decirle que se alejara de mí.
Los días pasaban y Gabriela no se alejaba de mi, quise darle la oportunidad de rehacer nuestra amistad y ella aceptó, pero yo sentía que ella no podía ser mi amiga porque cada día que pasaba, su amor incrementaba. Hasta en ese momento, tuve que hacer cambios en mi vida, aceptar su opción pero yo no podía aceptar su amor.
Un día, ella se molestó conmigo porque yo había salido con Juan, un compañero de la universidad, y discutimos, en ese momento le pedí que no se metiera en mi vida, se puso celosa y yo estaba enfadada y me aleje de ella.
Pasaron dos meses y Gabriela vino a mi casa. Entró a mi sala, nos sentamos en el sofá y conversamos sobre nosotras, esa tarde, ella me dijo:

Lucía, no puedo olvidarte, eres única para mi, por favor acéptame – Ella empezó a decirme cosas bonitas y yo desde ese momento empecé a dudar de mi, cada palabra que ella me decía, yo me sentía a gusto pero a la vez, tenía que ponerle un alto porque tenía que mantener mi opción.
Llegó un momento, que no aguanté más, las dudas me invadían y le dije que se fuera de mi casa, ella con la cabeza agachada se retiró.
Todo era una confusión, no quería caer en la tentación pero a la vez sentía una gran curiosidad que no tenía explicación, pero tuve que rechazarla, ella no era para mí.
Al siguiente día, en la noche, en la casa de Margot, me encontré por casualidad con Rodrigo, era una reunión de amigos. Él trato de acercarse, pero yo no le hacía caso, las horas pasaban y yo quería irme de la fiesta, entonces me despedí de mi amiga.
Al llegar al paradero, me di cuenta que Rodrigo estaba siguiéndome, paré un taxi pero él lo impidió, yo quedé sorprendida, entonces él no aguanto más y me beso. Él me dijo que quería regresar conmigo y yo no sabía qué responderle.
Pasaron dos semanas, yo estaba saliendo con Rodrigo, todo era maravilloso, vi un cambio en él y quise darle una oportunidad. Por otro lado, Gabriela se enteró, se puso furiosa.
Ella y yo conversamos, pero en vez de arreglar las cosas, discutíamos. En ese instante, le dije que nuestra amistad terminaba para siempre y que se olvidará de mí por completo. La distancia podía ayudarla, pero ella se negaba, no quería perderme. Llegué a convencerla, diciéndole que todo esto no iba a funcionar, además, yo quería que se alejara de mi.
Desde que me enteré de la verdad, yo la trataba diferente, asimismo, trataba de salir con Rodrigo para que ella se decepcionara de mi, también le decía cosas fuertes para que ella se sintiera mal, la humillé muchas veces, entonces Gabriela se alejó y al día siguiente, ella viajó a EEUU.
Pasaron meses, Gabriela ya no me buscaba, era un alivio para mí porque ya no tenía esa duda, preferí olvidar esa experiencia, Rodrigo me regaló un anillo de compromiso, yo le acepté y en dos semanas, los dos nos casamos y nos mudamos cerca de mi casa.
Gabriela regresó de EEUU después de seis meses, pero no me buscaba, yo la miraba pasar por el barrio y ella no me saludaba, al parecer, se había olvidado de mí.
Una tarde, yo estaba caminando por el parque de la amistad y me encontré con ella por casualidad, me saludó pero no quiso hablar conmigo.
Salí del parque, llegué a un paradero, quedaba por la av. Caminos del Inca, quise tomar un taxi para regresar a mi casa, en ese momento dos delincuentes me querían asaltar, el taxista se fugó y me dejó sola, yo quería defenderme pero no podía, entonces, Gabriela al ver este hecho, quiso ayudarme y defenderme, en medio de la pelea, uno de ellos sacó su revólver para dispararme, entonces, Gabriela, me protegió y cayó al suelo.
Yo pedí ayuda, unos serenos se acercaron pero los delincuentes se fugaron, en ese instante tuvimos que llevar a Gabriela a una clínica. Pasaron horas, y el médico no daba datos, yo estaba preocupada por ella, nunca pensé que ella arriesgaría su vida para protegerme, sus familiares llegaron y no supe que responderles. El doctor llamó a los padres de Gabriela, yo decidí también acercarme.
Gabriela falleció por el impacto de bala – Contestó el doctor.
En ese momento, lloré, lloré por ella. Me retiré del hospital, regresé a mi casa, me senté en el sillón de mi sala, yo estaba afligida y en ese instante, me di cuenta que Gabriela era importante para mí, cuando mi marido regresó a casa, le conté todo lo que me había pasado y tuve que confesarle la verdad, mi matrimonio en ese momento se terminó, Rodrigo quedó decepcionado.
Yo estaba enamorada de Gabriela, nunca quise demostrárselo porque tenía miedo que los demás me vieran como un fenómeno de la sociedad, también me ponía a pensar en mis padres, mi familia.
Ya era tarde, me arrepentí de todo, ella ya no estaba a mi lado, cometí un error al no decirle lo que sentía por ella. Sé que tal vez algunas personas no lo entenderían, ella estuvo conmigo en las buenas y en las malas y no lo valoré, me deje llevar por las cosas que decían los demás, nunca pensé en mi.
Me casé con Rodrigo, solo para conservar mi opción, pero en realidad mi amor por él había acabado hace mucho tiempo. Gabriela hizo que mi tristeza se convierta en felicidad cuando Rodrigo me dejó, además, ella nunca me dejó de lado a pesar de las discusiones que teníamos, pero nunca le di la oportunidad, no prestaba atención a sus sentimientos, mi vida cambió en un segundo, ella se fue para siempre, esta experiencia me dejó una gran lección:
¨ Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde¨.

FARFÁN ESPILCO, ANGELA DEL ROSARIO

viernes, 10 de febrero de 2012

Un día que terminó…

Era un día gris, había pasado tiempo desde la muerte de mi madre, yo, aún con el corazón destrozado, decidí ir a celebrar el año de su fallecimiento.

Mi pueblo, Santiago de Chuca, un lugar de pocas personas, por eso la mayoría se conocía, las casas lejanas y humildes y el clima algo variado. Aquí nací y enterré  a mi madre.

Nos reunimos en la casa de mi padre, donde se invitó a la población, entre familiares y conocidos, éramos un promedio de 100 personas, recuerdo como todos conversaban y recordaban a mi viejita querida.

Promediando la media noche, ya había terminado el primer rosario, me sentía triste y subí a mi dormitorio a descansar, cuando  estaba por quedarme dormido escucho pasos, alguien me pasa la voz, era una persona armada, llevaba puesto un gorro, lentes y ojotas con medias tipo militar, pregunta mi nombre y quién estaba en la otra cama, le dije que era mi hermana que había viajado para la misa de mi madre, me empujo y me ordenó que bajé.

Cuando llego al primer piso veo a toda la población formada en filas de 10 y una persona delante ellos que hablaba de la lucha social contra los malos manejos económicos y la policía a los que llamaban PERROS, decían que había volado un carro de los perros y que estaban luchando contra la clase social…

Estuvieron hablándonos por cuatro horas, uno de ellos se acercó a mí y me preguntó donde trabajaba y que grupo social conocía o pertenecía, porque ellos luchaban contra los grandes monopolios, yo era un simple carpintero que no dejaba de pensar en que mi madre ya no estaba conmigo.

Detuvieron a doce personas, que estaban acusadas por contrabando de drogas, otros acusados por malversación de fondos de la municipalidad y por actuar en contra de sus compañeros y apoyar a los perros…

Nos llevaron a la plaza central, atados con sogas en maderas, empezaron a entrevistarlos uno por uno con una persona llamada Gonzalo, que por sus facciones era mayor, pelo largo con barba, él hizo su descargo, pero ninguno salió culpable.

Quemaron la posta, los documentos de la municipalidad, puertas, enceres y  los coches de la policía con ellos dentro.

Sacaron a una persona de la casa, que acusaban de haber maltratado a su esposa cuando tomaba, hicieron que se arrodille delante de Gonzalo y los castigaron cortándole el cabello de raíz, el polo y dejándolo desnudo.

Luego preguntaron por unas personas que robaban ganado, que eran tres hermanos y decían que habían matado dos y uno se escapó y lo andaban buscando. La lucha armada era la arenga.

Después de tres horas de tenernos congelados por el frío de la calle, nos dejaron y se fueron, nos prohibieron movernos de ahí porque si lo hacíamos nos mataban. Estaba asustado, me habían entrevistado tres veces, sólo  tenía 20 años y  quería ver una vez más a mi madre…

Al día siguiente en el carro encontramos personas conocidas que saludamos, pero nos dijeron que no nos había visto en ningún lado y si hablábamos con ellos íbamos a tener problemas, tenían miedo y se fueron. Ya nadie nos conocía, el pueblo en el que todos se conocían se convirtió en un pueblo desolado y de pocas amistades.

Ese día era la misa de mi madre y sólo pensaba en ella, pero todo se volvió oscuro y terminó por destruir mi alrededor, mi casa, mi vida.

PAREDES LOZANO, NATHALÍ.