Era una noche maravillosa, Rodrigo, mi enamorado y yo estábamos en la fiesta de mi hermano, estuvimos toda la noche bailando, después decidimos salir de la discoteca.
Vamos a descansar – él me dijo.
Tengo que regresar a mi casa – Yo le contesté.
No te preocupes, además es tarde – Rodrigo.
Okey, pero regresamos temprano, no quiero tener problemas con mis padres – Yo le contesté.
Llegamos a un hotel, yo estaba nerviosa, no sabía si era correcto dormir con mi enamorado, esa noche fue mi primera vez, sentí que él era mi único amor, de niña pase a ser mujer.
Dos días después, me enteré que Rodrigo me engañaba, quedé decepcionada, sentía que mi vida ya no era la misma. Yo le entregué todo pero él se burló de mi, llamé a su celular y quedamos para encontrarnos.
Eran las 4 de la tarde, y los dos nos encontramos en la en la Plaza de Armas, no había mucha gente, todo estaba tranquilo y hacía frío. Llegué y él estaba sentado en una de las bancas.
Qué pasa amor? – Rodrigo
Porque no me dices la verdad, sé que me engañas – Le contesté
Okey te diré la verdad, no estoy enamorado de ti – Rodrigo
Porque no fuiste sincero conmigo, yo te entregue todo y así me pagas? – Le contesté llorando
Discúlpame, tu solo fuiste una apuesta, yo estoy enamorado de otra chica – Rodrigo
No lo puedo creer, solo fui un juego para ti – Le contesté
Lo mejor es terminar, lo siento – Rodrigo.
Al escuchar esas palabras, salí corriendo y llegue hasta la av. Tacna, no sabía a dónde ir, estaba deprimida, lloré y lloré, logré calmarme por un momento y tomé un carro rumbo a mi casa.
Era de noche, no quería regresar a mi casa, estaba pésima y caminé y caminé hasta llegar a un parque cerca a mi casa. Me senté en una banca y dije: “Las mujeres somos objetos sexuales para los hombres”.
Lloraba de cólera, cada vez que recordaba las palabras de Rodrigo, me sentía fatal, yo era un mar de lágrimas. De pronto, una chica se acerca a mi banca.
Hola, te encuentras bien? – Ella me dijo.
Disculpame, no quiero hablar con nadie – Le contesté.
Sé que no te encuentras bien, no trates de ocultarlo, si quieres me puedo quedar contigo, si necesitas algo, yo te puedo ayudar, me llamo Gabriela – Me contestó y se sentó a mi costado.
Esa noche, Gabriela se quedó conmigo, le conté mi problema, ella me aconsejó y yo me quedé tranquila, desde ese día, quise ser su amiga.
Todos los días, nos encontrábamos, porque ella vivía a dos cuadras de mi casa, era nueva en el barrio y yo la invitaba a varias reuniones, también salíamos de compras, a comer etcétera. Las dos llegamos a tener una linda amistad, todo era perfecto, ella era muy atenta conmigo, se preocupaba mucho por mí y yo también hacía lo mismo ya que los amigos están siempre en las buenas y en las malas.
Dos años después, esta amistad empezó a cambiar, yo dudaba de Gabriela porque tenía una personalidad diferente, no quise decirle nada pero me preocupaba.
Una tarde, las dos estábamos en Surco, caminábamos y caminábamos y llegamos al parque de la amistad, decidimos ingresar para pasear por ese lugar. Después nos sentamos en una banca cerca a la pileta de agua. Ese día, Gabriela quería decirme algo importante y yo quise escucharla.
Tú eres importante para mí, Lucía – Ella me comentó
Gracias, tú también eres importante para mí, eres una amiga muy especial – Le contesté
Lucía, yo no te veo como una amiga – Me contestó
No te entiendo – Le contesté, nerviosa.
Estoy enamorada de ti, quería que lo sepas, me gustaría estar contigo – Me contestó.
Cuando me dijo esa verdad, yo le contesté que no tenía esa opción sexual, y que solo podía ser su amiga y nada más. En ese momento no sabía que más responderle, me sentía extraña y no me agradó su confesión. Era mi amiga pero no podía corresponder ese cariño que ella sentía por mí y tuve que decirle que se alejara de mí.
Los días pasaban y Gabriela no se alejaba de mi, quise darle la oportunidad de rehacer nuestra amistad y ella aceptó, pero yo sentía que ella no podía ser mi amiga porque cada día que pasaba, su amor incrementaba. Hasta en ese momento, tuve que hacer cambios en mi vida, aceptar su opción pero yo no podía aceptar su amor.
Un día, ella se molestó conmigo porque yo había salido con Juan, un compañero de la universidad, y discutimos, en ese momento le pedí que no se metiera en mi vida, se puso celosa y yo estaba enfadada y me aleje de ella.
Pasaron dos meses y Gabriela vino a mi casa. Entró a mi sala, nos sentamos en el sofá y conversamos sobre nosotras, esa tarde, ella me dijo:
Lucía, no puedo olvidarte, eres única para mi, por favor acéptame – Ella empezó a decirme cosas bonitas y yo desde ese momento empecé a dudar de mi, cada palabra que ella me decía, yo me sentía a gusto pero a la vez, tenía que ponerle un alto porque tenía que mantener mi opción.
Llegó un momento, que no aguanté más, las dudas me invadían y le dije que se fuera de mi casa, ella con la cabeza agachada se retiró.
Todo era una confusión, no quería caer en la tentación pero a la vez sentía una gran curiosidad que no tenía explicación, pero tuve que rechazarla, ella no era para mí.
Al siguiente día, en la noche, en la casa de Margot, me encontré por casualidad con Rodrigo, era una reunión de amigos. Él trato de acercarse, pero yo no le hacía caso, las horas pasaban y yo quería irme de la fiesta, entonces me despedí de mi amiga.
Al llegar al paradero, me di cuenta que Rodrigo estaba siguiéndome, paré un taxi pero él lo impidió, yo quedé sorprendida, entonces él no aguanto más y me beso. Él me dijo que quería regresar conmigo y yo no sabía qué responderle.
Pasaron dos semanas, yo estaba saliendo con Rodrigo, todo era maravilloso, vi un cambio en él y quise darle una oportunidad. Por otro lado, Gabriela se enteró, se puso furiosa.
Ella y yo conversamos, pero en vez de arreglar las cosas, discutíamos. En ese instante, le dije que nuestra amistad terminaba para siempre y que se olvidará de mí por completo. La distancia podía ayudarla, pero ella se negaba, no quería perderme. Llegué a convencerla, diciéndole que todo esto no iba a funcionar, además, yo quería que se alejara de mi.
Desde que me enteré de la verdad, yo la trataba diferente, asimismo, trataba de salir con Rodrigo para que ella se decepcionara de mi, también le decía cosas fuertes para que ella se sintiera mal, la humillé muchas veces, entonces Gabriela se alejó y al día siguiente, ella viajó a EEUU.
Pasaron meses, Gabriela ya no me buscaba, era un alivio para mí porque ya no tenía esa duda, preferí olvidar esa experiencia, Rodrigo me regaló un anillo de compromiso, yo le acepté y en dos semanas, los dos nos casamos y nos mudamos cerca de mi casa.
Gabriela regresó de EEUU después de seis meses, pero no me buscaba, yo la miraba pasar por el barrio y ella no me saludaba, al parecer, se había olvidado de mí.
Una tarde, yo estaba caminando por el parque de la amistad y me encontré con ella por casualidad, me saludó pero no quiso hablar conmigo.
Salí del parque, llegué a un paradero, quedaba por la av. Caminos del Inca, quise tomar un taxi para regresar a mi casa, en ese momento dos delincuentes me querían asaltar, el taxista se fugó y me dejó sola, yo quería defenderme pero no podía, entonces, Gabriela al ver este hecho, quiso ayudarme y defenderme, en medio de la pelea, uno de ellos sacó su revólver para dispararme, entonces, Gabriela, me protegió y cayó al suelo.
Yo pedí ayuda, unos serenos se acercaron pero los delincuentes se fugaron, en ese instante tuvimos que llevar a Gabriela a una clínica. Pasaron horas, y el médico no daba datos, yo estaba preocupada por ella, nunca pensé que ella arriesgaría su vida para protegerme, sus familiares llegaron y no supe que responderles. El doctor llamó a los padres de Gabriela, yo decidí también acercarme.
Gabriela falleció por el impacto de bala – Contestó el doctor.
En ese momento, lloré, lloré por ella. Me retiré del hospital, regresé a mi casa, me senté en el sillón de mi sala, yo estaba afligida y en ese instante, me di cuenta que Gabriela era importante para mí, cuando mi marido regresó a casa, le conté todo lo que me había pasado y tuve que confesarle la verdad, mi matrimonio en ese momento se terminó, Rodrigo quedó decepcionado.
Yo estaba enamorada de Gabriela, nunca quise demostrárselo porque tenía miedo que los demás me vieran como un fenómeno de la sociedad, también me ponía a pensar en mis padres, mi familia.
Ya era tarde, me arrepentí de todo, ella ya no estaba a mi lado, cometí un error al no decirle lo que sentía por ella. Sé que tal vez algunas personas no lo entenderían, ella estuvo conmigo en las buenas y en las malas y no lo valoré, me deje llevar por las cosas que decían los demás, nunca pensé en mi.
Me casé con Rodrigo, solo para conservar mi opción, pero en realidad mi amor por él había acabado hace mucho tiempo. Gabriela hizo que mi tristeza se convierta en felicidad cuando Rodrigo me dejó, además, ella nunca me dejó de lado a pesar de las discusiones que teníamos, pero nunca le di la oportunidad, no prestaba atención a sus sentimientos, mi vida cambió en un segundo, ella se fue para siempre, esta experiencia me dejó una gran lección:
¨ Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde¨.
FARFÁN ESPILCO, ANGELA DEL ROSARIO